miércoles, 13 de febrero de 2013

Los ángeles fuman.

Volvía yo hacia el hogar callejeando por el Raval, observando los edificios, las baldosas y la gente pasar sin mucha atención, hasta que apareció ella. Doblaba la esquina y se acercaba desde la lejanía hacia mi, a pesar de sus robustas botas se movía con gran elegancia mientras encogía su cuerpo protegiéndose del frío. Una fina bufanda no llegaba a tapar su pálido rostro, su delicada nariz y sus carnosos labios teñidos de un rosa muy claro, pero si algo rosa destacaba en ese lienzo era un único mechón de pelo que asomaba de un hogareño gorro negro y se balanceaba sobre su rostro. 
Si algo me confirmó que los ángeles fuman fue su siguiente acción. Mientras el aura que desprendía atrapaba a todo el que pasaba a su lado, dejó libre una de sus manos resguardadas en el calor de su bolsillo para conseguir con un gesto lleno de gracia un cigarrillo de otro de los múltiples bolsillos de su chaqueta. Al colocarlo sobre sus labios no le dio tiempo a sacar la otra mano para ir en busca de su mechero, puesto que el primer hombre que pasó a su lado encendió el suyo frente a su rostro, ella se inclinó un poco con total naturalidad, como si aquel señor fuera su hermano y prendió fuego al cigarro. Aspiro, dijo gracias y los dos continuaron su camino. Al acabar la escena noté que el corazón me palpitaba más acelerado de lo normal y miré a mi alrededor en busca de cámaras, pues me sentía como si fuese un extra de una película de Hollywood. Todo había sido demasiado perfecto, pero formaba parte de esos pequeños momentos de magia que nos regala la vida.

1 comentario:

  1. Esta claro que los ángeles fuman después de la descripción de tu episodio.Aunque mis ángeles no se pintan de rosa los labios.
    Saludos!! ;-P

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