viernes, 19 de abril de 2013

Polimorfonuclear.


Ese día llovía, y como los anteriores él apenas salía de su cuarto, sólo cuando escuchaba el rugir de su estómago por encima de sus pensamientos. En un papel había dibujado una señal de peligro, como las que había en los postes de electricidad del escampado de su barrio, y lo había pegado en la puerta. Según él, pensaba en seis idiomas a la vez, dos de ellos ya extinguidos hace años y uno no pertenecía a este planeta.
- ¡Baja ahora mismo! -Gritaba su madre desde la primera planta.
- ¡Escolástica efervescente! -Contestaba él desde su habitación, siempre con un acento ruso.- Metoníamias.
Su padre, al contrario que su esposa, se lo tomaba a broma e incluso a veces le seguía el juego. Esto normalmente enfurecía más a la madre y le replicaba lo de “Si no le hubieses hecho ver Frankenstein ni esos estúpidos documentales, nada de esto hubiese ocurrido”. Ya era el tercer día que estaba encerrado en su habitación, entre cajas, botes de plástico, carcajadas siniestras y contestando con palabras de las cuales desconocía su significado, forzando un acento soviético.
- Vamos mujer, está en la adolescencia, es normal a su edad.
- ¿Adolescencia? Apenas tiene diez años –Ella volvió a suspirar, cogió fuerzas y volvió a gritar su nombre tres veces. Pero no sirvió de nada, su hijo volvió a contestar con palabras que ni ella conocía.- ¡No hay quien lo entienda!
Pero en el momento menos esperado apareció el pequeño ante ellos, con unas lentes sin cristales, el pelo revuelto y sujetando al gato como podía. Éste intentaba liberarse de su carcelero, que había teñido parte de su pelaje de verde y rodeado partes de su cuerpo con papel de aluminio. Causando expectación, alzó al animal por encima de su cabeza mientras los truenos de tormenta resonaban de fondo.
- ¡Polimorfonuclear! -Y así, hasta día de hoy, quedó bautizado el gato.
No puedo hacer mucho más, si cierta persona me dice palabras como ésta, eh, eh.

No hay comentarios:

Publicar un comentario