miércoles, 15 de mayo de 2013

El marido del peluquero.



Desde que estoy en Barcelona nunca he ido a la peluquería, siempre aprovechaba al bajar a Valencia para cortarme el pelo. Allí, lavarme y cortarme mi horrible cabellera me salía por diez euros, aquí todas las peluquerías rondan los veinte euros, y eso asusta. Pero como ya tenía el pelo larguillo y aún faltan casi dos meses para que vuelva a pisar las tierras de la paella, he ido a la peluquería, con dolor de bolsillo y pereza, pero he ido.
He escogido una que ya había visto alguna que otra vez y me pillaba cerca de casa, está al lado del mercado de Sant Antoni. Al llegar me han recibido con un pequeño descuento a menores de veinticinco años ¡Ueh!, y al sentarme a esperar me he percatado de que estaba sonando de fondo iamamiwhoami, esto no podía salir mal. Creo que eran un matrimonio, y su hijo o quizás, un tipo contratado. La cosa está en que eran una pareja y un chico joven, un par de años mayor que yo quizá. Él es un modernillo, con parte de los lados de la cabeza rapados y un flequillo largo colocado de forma elegante pero desordenada, con tres piercings en una oreja, una pequeña dilatación en la otra y otro pircing en el labio inferior; una barba de tres días, una camiseta morada con dibujos indies y unos pitillo negros. Vamos, un moderno de manual, que tenía gafas de pasta y todo. Aunque yo me juré no juzgar rápidamente a la gente, al verlo no pude evitar pensar algo así como "Madre mía, qué modernillo" y venir a mi cabeza cierta canción de putilatex.
Al cabo de tres minutos se acerca el susodicho y se presenta dándome la mano, en plan trato cercano con el cliente, y me dice que si tengo calor me podía quitar el sueter y colgarlo por ahí. Me quito el sueter y dejo ver mi camiseta de Rammstein que me regalaron hace tiempo, y que ya no recordaba que llevaba puesta, noto que él se fija y me acompaña hasta donde me lavaría el pelo. En el preciso momento que empezó a masajearme la cabeza yo ya caí rendido a sus encantos, y es que a mi me tocan un poco la cabeza y ya me enamoro y si me tocan otra cosa ya... Me encanta ir a que me corten el pelo, es algo que me puede, casi orgásmico para mi, y este chico lo hacía fenomenal. A pesar de aparentar ser homosexual a primera vista, es peluquero y es moderno, he salido de allí con serias dudas. Sus manos me encantaban, bastante grandes y calientes, y no hablemos de la voz, qué voz, de locutor de madrugada en la radio. Además era guapo. Nunca pensé que me pillaría por un modernillo, pero ahí estaba yo, recordando "El marido de la peluquera" y pensando en pedirle matrimonio al salir. Al final, después de una corta conversación sobre el pasado concierto de Rammstein en Barcelona, me despedí con un "Muchas gracias, y que vaya todo bien".

"Mi amor, me voy antes de que tú lo hagas, me voy antes de que tu deseo muera. Entonces nos quedaríamos sólo con el afecto, y sé que eso no será suficiente. Me voy antes de convertirme en alguien infeliz, me voy disfrutando el calor de nuestros abrazos, tu olor, tu apariencia, tus besos. Me voy con los recuerdos de mis años más amados, aquellos que tú me diste. Te beso ahora con tanta ternura que moriré por ello. Siempre te he amado. Te he amado sólo a ti. Me voy para que nunca me olvides, 
Mathilde."

Para modernos ya estoy yo.

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