miércoles, 17 de julio de 2013

Mi vecino Totoro.

No sé porque he puesto ese título, ahora parecerá aún más una perversión. Una de las fantasías más tópicas, que suele tener mucha gente o que se suele comentar con normalidad, es la del vecino buenorro. Pues yo, que vivo en una finca con once pisos, con cuatro puertas por planta y además compartiendo patio con cinco portales más, nunca me ha llamado la atención ningún vecino. Pero la cosa ha cambiado hace un par de días. 
Como cada mañana, recién despertado fui a levantar la persiana de la ventana que mi madre me obliga a bajar en verano, retiro las cortinas y echo una ojeada como cada día la calle. Cuando estoy apunto de irme, no se porqué la verdad, miro hacia abajo ¡y gracias a quien sea que miré hacia abajo! Me encuentro al vecino de dos piso por debajo del mio, de la fachada pegada a mi finca, tendiendo en el balcón en gayumbos. Qué bueno que está. Yo, claro está, me quedé embobado, hasta que de repente él mira hacia arriba, hacia donde estoy yo, supongo que tendría la sensación de "alguien depravado me está mirando". Yo, sin saber que hacer, se me escapó una pequeña sonrisa y me retiré rápido de la ventana. Como un total pervertido que espía a la vecina con telescopio.
La verdad es que no se si él me llegó a ver, o sólo le dio "esa" sensación y miró hacia arriba, porque era de día, la luz de mi habitación estaba apagada y no se si él vería un reflejo en la ventana o a mi. No lo sé. Pero yo ahora siempre que hago el mismo ritual, añado lo de mirar hacia abajo, no sé, por si hay alguien semidesnudo tendiendo en el balcón...